Howard Wilkerson llegó a Centro Español allá por diciembre de 2018 para sumarse al equipo en su segunda temporada de la Liga Argentina de básquetbol. Y luego de un año y medio con la camiseta del Torito, deja Plottier (dónde realizó la cuarentena) para volver a Uruguay, la tierra que lo adoptó por primera vez cuando piso suelo sudamericano. Danubio es el club charrúa donde continuará su carrera, pero su figura quedará siempre en la retina de la familia del elenco neuquino.
Emprendió viaje hacia un nuevo destino, en el que aportará todo su básquet, pero también su solidaridad. Hace pocos días, una familia de la capital neuquina necesitaba zapatillas con un talle (49) imposible de conseguir. Y allí apareció How, junto a Mario Sepúlveda, para acercarles un par que ya no utilizaban a la familia Martínez, del barrio Villa Ceferino. Días atrás, cuando se entregaron las pizzas para conseguir recursos para las formativas, allí estuvo él aportando su energía positiva.
Sus palabras son claras: “Me sentí re bien, desde el primer día que llegué. Cómodo. Con todos, con el equipo, con la gente, con la familia de Español. Llegué y al otro día ya estaba conociendo el río”, dijo minutos antes de su partida.
“Me gustó la tranquilidad de la ciudad –siguió-, no hay mucho movimiento, la gente re amable. Me encantó eso y el río, ir mucho, muchísimo fui al río hasta a almorzar solo”. La leyenda dice que quien toma agua del Limay, no se va más. Y Howard lo sabe: “Eso me gustó, el río Limay, que hace su magia”, destacó.
En la última temporada promedió 15,7 puntos en casi 30 minutos, además de 6,8 rebotes y 2,6 asistencias, y finalizó la frustrada temporada en el tercer lugar de eficiencia con 21,6, siendo elegido por las páginas de jugadores como el mejor extranjero de la Liga Argentina. Se fue aún con algún sueldo por cobrar, pero con la ayuda de los colaboradores del club se puedo achicar la deuda para poder realizar el viaje hacia Uruguay, porque aún los fondos prometidos por la provincia -varios equipos ya cobraron algo- no han sido abonados.
Cuando recuerda su mejor anécdota en Español, dónde siempre hizo su aporte para las categorías formativas, acompañando en torneos Argentinos con el mate en mano, compartiendo charlas o chocando los cinco, destaca un juego de su primera temporada. “Lo que más voy a recordar es un partido contra Atenas en El Templo (81-80 el 5 de marzo de 2019 – anotó 20 puntos), estaba palo a palo. Se había puesto picante. Iguales, muy parejo, con 1 segundo en el reloj. Me hicieron una falta, tenía dos tiros para ganar el partido”, comenzó su relato.
Y continuó: “Antes de eso había errado un libre, pero ahí tenía dos. Lo miré a Boti (Mauricio Santángelo), que me estaba puteando para que metiera los libres (se ríe). Eso nunca me había pasado en mi carrera, que había tenido dos tiros claves, y el Boti me estaba puteando igual. Es un fenómeno, es especial el Boti. Lo metí y ganamos. Ganamos y contra un equipo que jugué y con el que tengo historia”. El interno jugó en Atenas y el Gimnasia La Plata también.
En su balance, Wilkerson prefiere hacer el grupal antes que el personal. Aseguró que “mi nivel creo que fue bueno, que pude jugar bien. Todas las veces que jugué en el Templo y dónde sea que me puse la camiseta de Español di todo, todo lo que tenía”, aunque reconoció que “igual nunca me importó mucho mi nivel, lo más importante es que ganamos como equipo”.
Y dejó su sensación por la frustrada temporada que debió finalizar de manera abrupta por la pandemia al afirmar que “este año teníamos una muy buena chance de hacer historia con el club y fue un garrón que no pudimos terminar peleando el campeonato”. Completó la frase dejando una puerta abierta: “Teníamos un gran nivel y espero que en algún momento podamos seguir (sic)”.
Wilkerson dejará Centro Español, pero sus virtudes dentro y fuera de la cancha marcaron a la familia españolista, que lo adoptó y lo cobijo con su tranquilidad y la majestuosidad del río Limay.
Info: Pablo García Navarro, prensa Centro Español