Por Cristian Helou
Con el rótulo que sea, en Neuquén hay una certeza y es que no saben qué hacer con el deporte. Esta situación quedó expuesta por enésima vez en la última movida ministerial dispuesta por el gobernador Omar Gutiérrez, quien designó a Alejandra Piedecasas como flamante titular de la cartera en reemplazo de Luis Sánchez. El anuncio provocó sorpresas al por mayor en el ambiente, al punto que nadie tenía ese nombre en carpeta.
Como subsecretaría, secretaría o ministerio el deporte neuquino siempre funcionó como variable de ajuste. Con el rango más alto que alcanzó cuando empezó la segunda gestión de Gutiérrez se pensó en una consolidación definitiva y en la transformación de la provincia en una referencia a nivel nacional. La Revolución Deportiva anunciaron con bombos y platillos en 2019. Quedaron a mitad de camino.
Piedecasas llega al ministerio con antecedentes de sobra y, según el propio gobernador “con trayectoria y volumen político”. Fue directora en los hospitales de Plaza Huincul y Villa La Angostura, estuvo al frente de la zona Sanitaria I y también fue subsecretaria de Salud en el primer gobierno de de Gutiérrez.
A la hora de justificar esta designación, el primer mandatario justificó la designación de una médica, como premio a un sector “que nos han salvado la vida y nos siguen salvando la vida” en estos tiempos de pandemia. “Es por eso que he decidido que una médica conduzca la cartera de Deportes”, agregó.
Si bien es cierto que la actividad física y la salud van de la mano, aquí también hay un cambio estratégico en el gobierno, que no hace más ratificar lo del principio: a Deportes lo mueven para el lado que más conviene. Antes del profundo cambio de gabinete, la sociedad era con Turismo y ante cada evento importante, con grandes erogaciones, la justificación era: “Entra más de lo que sale”. Ahora, el tándem es Deportes-Salud. No está mal, pero suena a anuncio por conveniencia.
Esta movida, además, llena de interrogantes el futuro de todas las disciplinas. La dirigencia que tiene al gobierno como principal aliado, esperaba ansiosa por la nueva designación. Y nadie, absolutamente nadie, imaginó esta nueva estrategia.
A pocas horas de asumir y en declaraciones al diario Río Negro, Piedecasas afirmó que hará una recorrida por la provincia, para “ver que es lo que nos pide la gente”. Admitió que “es un hermoso desafío. Me sorprendió pero estoy muy feliz porque creemos que vamos a hacer un muy buen trabajo juntos”.
El ministerio de Deportes, en su debut con ese cartel, tuvo un volantazo inesperado a mitad de camino. Sánchez, con seis años al frente de la cartera (los primeros cuatro como secretario), anunció que irá por nuevas metas electorales. “Han cumplido con el objetivo que hemos planteado”, generalizó Gutiérrez cuando les tomó juramento a los nuevos integrantes del gabinete.
Como siempre ocurre, la gestión de Sánchez dividió aguas. Acertó y le erró. Se retiró con Neuquén campeón de la Araucanía y cuatro medallas provinciales en los Panamericanos Junior de Colombia. Pero también después de una pandemia que pasó factura y que en estructuras que no están tan sólidas, provocan cimbronazos.
Tal vez, el error más importante haya sido la grandilocuencia de los anuncios. Lo de Revolución Deportiva siempre sonó muy fuerte y alrededor, lo único que sobresalió, a modo de parche, fue la movida del césped sintético.
Por eso, la anunciada movida revolucionaria mutó en Orgullo Neuquino o Más Deporte. Más tranqui, más a tono con una provincia que está a campo de ventaja de las potencias nacionales y que deber armar un plan menos rimbombante y con objetivos claros desde las bases. Más real y natural que sintético. Hay mucho por hacer. De hecho, pasan los gobiernos, cambian los rótulos y la pregunta siempre es la misma: ¿Qué hacemos con deportes?