Marcelo Méndez, auténtico, ganador y Gigante

El pasaje a Tokio se consiguió el año pasado. "Ojalá que todo esto nos permita estar en los Juegos", dijo.

“Jugábamos contra Reggio Calabria de visitante. Los llevábamos mal, 2-0 cómodo y en un momento pasa por el medio de la cancha un abogado, que era el dueño del equipo. Se abrió el sobre todo y tenía un ‘pistolón’ que no te imaginás….Perdimos rápido 3-2”.Anécdotas como estas salen cuando hay confianza y eso es lo que sobra entre Marcelo Méndez, técnico de la selección Argentina de vóley, y Patricio Newton, gerente de Gigantes del Sur.

Fue una imperdible charla de café, vía Instagram, que sirvió para conocer buena pate de la vida de Méndez, un personaje riquísimo del vóley nacional, héroe en Cruzeiro y con una colección de éxitos en todos los lugares por los que pasó.

A lo largo de una hora, el DT que sucedió a Julio Velasco y ya clasifico a Argentina a los Juegos Olímpicos largó mucha data. Arrancó con su etapa de jugador y largó que “en la escuela jugaba de todo, por mi altura, pero en el club (River) necesitaban un central y terminé jugando ahí. Me gustaba bloquear, tenía facilidad”.

Su paso por el Millo fue inolvidable y cumplió con esa meta que sólo pocos logran: ser campeón como jugador y técnico. Ganó la Liga 87-88 y con el buzo de técnico metió un seguidilla que incluyó los títulos del Metropolitano en 1997, 1998 y 2000.

Está claro que el destino de DT estaba marcado en la vida de Méndez. Cuando partió a Italia y jugó dos temporadas para el Fiat Ammauto de Sala Consilla (Salerno) –el equipo de la anécdota- se calzó el buzo de DT, puesto que compartió con otro argentino, Marcelo Gigante. Hizo es que es un sueño para varios: DT y jugador en simultáneo.

Volvió a Argentina, jugó un tiempito más, pero ya sabía que lo suyo estaba al costado del campo de juego. Agarró categorías formativas, después la primera (en 1993) y ahí llegó la cadena de éxitos.

En Palmas de Mallorca vivió años inolvidables. “En el segundo año ganamos la Copa del Rey y después tres veces seguidas el campeonato español. Nos quedó pendiente la Champions, una lástima. Pero fue una gran experiencia”, contó Méndez.

Con la economía complicada, en 2009 pegó la vuelta a Argentina. “Quería trabajar y no me llamó nadie. Fue un bajón hasta que apareció Montes Claros de Brasil. Estaban los jugadores que nadie quería. Armamos el equipo de cero, hasta pintamos la cancha. Y ganamos el campeonato Mineiro”.

A partir de esa conquista, Sada Cruzeiro posó sus ojos en él y lo llevó. Fue el nacimiento de una sociedad letal.  Según los registros del club, entre 2010 y 2018, el club ganó 33 títulos sobre 38 finales jugadas y 43 torneos disputados. Tremendo.

Así y todo, Méndez afirmó: “Los comienzos son duros, era un argentino el que llegaba a ocupar ese lugar. Cuando vieron cómo trabajábamos, se convencieron. Es otro mundo, siempre cumplieron con lo que prometieron. Y yo trabajé tranquilo por la estructura que había”.

Semejantes números lo depositaron en la selección: “Es un desafío y hay que dejar todo, pero pudimos armar un gran grupo de colaboradores y jugadores. Entendieron lo que yo quería del vóley”.

De cara al futuro, apuesta a hacer un buen papel en los Juegos Olímpicos. “Ojalá que todo esto nos permita estar en los Juegos. Ese es mi objetivo. Para más adelante, no lo tengo claro. Tal vez volver a Italia como entrenador, pero no sé. A mi me gusta modificar personas, modificar equipos, grupos…”

Arranque con anécdota, cierre con anécdota. Esta tiene un toque neuquino, porque Leonardo Paulucci, kinesiólogo de Gigante y de la selección fue partícipe de una cena muy especial.

Horacio Dileo, asistencia y “hermano” de Méndez invitó a todo el cuerpo técnico a comer pizzas en un lugar muy top de Italia. La cuenta rompió todos los pronósticos y los comensales no lo dudaron: se llevaron las sobras. “Fue genial. Sube, colectivo, imagínate como llegó esa cajita al hotel. Horacio invitó y sufrió cuando pagó. Después terminamos todos vestidos de Argentina con las pizzas en la mano”.

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