Por Cristian Helou
Mañana neuquina. Fresca. 7:30. Camino a la escuela y de repente, un pedido que al principio preocupó pero después se llenó de ilusión. “Papi, te tengo que decir algo. Necesito que vuelvas a jugar un torneo más”. La voz fue de Francisca y el oído de Luciano Alonso, quien en ese instante se convenció y retornó a Independiente para ser parte del Integración de básquet. Como el equipo, fue de menor a mayor y en la serie final la descosió. A los 39 se dio el gusto de su vida y cumplió un sueño.
“Todavía no caigo, no pude dormir. Jugué con los dos isquios al límite, a punto de desgarrarme, los tengo todos contracturados…Fue una locura, con la gente del Rojo ahí, mi señora, mis hijos. La noche que soñé llegó a tres años de haber dejado la actividad”, afirmó el base que apareció en momentos decisivos.
A partir de su nivel en el torneo y especialmente en la definición, más de uno pensó que Luchi podría ser parte del plantel del Federal. “Hubo un sondeo por parte de la dirigencia, pero nada concreto. Mi idea era jugar el Integración. El tema es que después del buen rendimiento en la final el bichito te empieza a picar otra vez. Somos deportistas y a cualquiera le pasa”, admitió Alonso, quien por ahora tiene una sola misión: descansar.
Dejó la actividad hace tres años y de ninguna manera está arrepentido de la determinación que tomó. “Estaba cansado, enfocado en lo laboral y familiar, y no podía entrenar como me gusta. Se que había cortado en el momento justo e incluso, en esta vuelta, me costó mucho ir a entrenar. Pero la final la viví a full y fue un sueño”, contó.
Independiente creció durante el torneo y llegó a su pico de rendimiento en los play offs. “Lo hablamos con Gustavo (Oviedo, DT) y el profe. Es mérito de ellos. Fueron llevando el equipo de a poquito. Yo al principio me enojaba porque no tenía muchos minutos y el Cusa me decía ‘tranquilo que hace mucho no jugás’. Ellos lo fueron buscando y creo que en los play offs con Deportivo Roca y Pérfora encontramos una gran solidez. Incluso en la final también pudimos barrer la serie porque el tercero se nos escapó por poco”, relató Luchi.
Específicamente sobre la definición, comentó que “sabíamos que defendiendo duro no se nos podía escapar. Gustavo insistió mucho en ese aspecto y la serie se dio como nos dijo él. Está claro que nunca imaginamos que íbamos a ganar por 30 o 25, pero encontramos una gran regularidad en el momento justo”.
Ese pedido que escuchó a las 7:30 de la mañana neuquina fue el puntapié inicial y Alonso disfruta de un capítulo único en su carrera: “Cuando Francisca me dijo ‘te tengo que decir algo’ me asusté. Ahí me convencí, hablé con la mamá que es la que maneja todo en casa (risas), el Cusa me hizo lugar y acá estamos, con el título. Bautista (su hijo menor) no entiende mucho, se cree que la copa es de él. Una locura”.