Por Cristian Helou
El cruce de comunicados entre Gigantes del Sur y el Ministerio de Deportes por el retraso en los pagos obliga al enésimo análisis sobre la actividad profesional en la provincia. La dependencia del estado llega al punto de grosero y así es difícil que los proyectos prosperen.
En las notas enviadas a los medios hay un par de perlas que son de diván. Camilo Soto, DT del Dino y máxima referencia vóley neuquino, habla de representar a la provincia y de 5.000 personas en el Ruca Che. Tiene razón, pero olvida que el proyecto Gigantes nunca sirvió para consolidad la competencia interna y que esas almas que ingresan al estadio lo hacen de manera gratuita.
En la respuesta del Ministerio se apoyan en la situación de otros clubes. Hablan de las deudas del gobierno de Catamarca con Ateneo y sus dificultades para viajar a Neuquén. Está claro que al momento de escribir el comunicado nunca se acordaron de “La mejor provincia” y su “Revolución Deportiva”.
Chicanas al margen, hay una realidad que es inalterable: ningún club neuquino está en condiciones de afrontar una competencia nacional sin el apoyo del estado. Y el problema es de fondo porque las entidades no agrandan sus masas societarias, recaudan poco y cuando se deciden a trascender las frontera lo hacen con recursos a cobrar. Los pagos, históricamente, han llegado con delay y se desatan los conflictos.
El pedido de Gigantes llegó a todo el país porque el partido ante Monteros justo fue televisado en vivo por TyC Sports. Durante la transmisión, los reclamos fueron de principio a fin. De los jugadores y también de los que llevaron adelante la transmisión, José Montesano y Hugo Conte. El relator cerró la noche con una frase de León Najnudel: “La Liga es para el que puede, no para el que quiere”.
Y esa conexión con el básquet puede trasladarse a la provincia. El efecto catarata está ahí, al caer. Los seis clubes neuquinos que compiten a nivel nacional (Petrolero y Centro Español en la Liga Argentina, Pérfora, Independiente, Pacífico y Centenario en el Federal) también están atentos a los pagos estatales, con diferentes grados de desesperación.
La situación es compleja pero tiene un punto de mucha claridad: depender casi exclusivamente del gobierno para afrontar un desafío a nivel país es muy riesgoso. Sin aportes privados, ni movidas dirigenciales (llámese ideas), los proyectos van camino a ser temporarios o desaparecer.