Por Cristian Helou
En una temporada que pintaba huérfana de equipos provinciales en la elite, Pacífico hizo ruido con su doble presencia en el básquet femenino: llegó hasta la final de la Liga Federal, se ganó el derecho a jugar la Liga Nacional, aceptó el convite y coqueteó con las mejores a tal punto que se metió en el Súper 4. El proyecto, que empezó como una apuesta, creció y generó expectativa, pero automáticamente fue mirado de reojo.
Es cierto que en el mundo Decano invirtieron la pirámide y arrancaron por la primera división sin tener completas las formativas. Vieron luz y subieron. Arriesgaron con una base de la casa (Milagros Herrera, Ornella Serraiotto, Belén Palomares), reclutaron a lo mejor del mercado local, concretaron fichajes de categoría (Nadia Frete, Jaqueline Soto y más tarde Candela Foresto) y metieron un torneo fenomenal. La rueda se hizo imparable y llegó la histórica participación en la Liga Nacional.
Casi sin querer y por decantación, Pacífico se adueñó de las mejores de la provincia (Guadalupe Soto, Ailín Astorga, Candela Zampedri). Fueron a buscar a algunas, otras golpearon la puerta para sumarse y así, esa idea de armar un Neuquén Básquet para aprovechar la calidad de selección (Julia Bosque, Natassja Kolff, Lourdes Briones) desembocó en el centro capitalino, más precisamente en Córdoba y Alberdi.
Obviamente, las Decanas se transformaron en una potencia y por eso desfilaron en el torneo local, con resultados muy abultados. En el medio, llegaron a esa recordada final del Federal que perdieron ante Unión Florida y más tarde el debut en la Liga Nacional, con gigantes como Berazategui y Obras que mordieron el polvo en el Viejo Ramírez.
Claro que también hubo que pagar derecho de piso. Y en una CAB que anda a los tumbos con la organización de sus torneos, la ligó Pacífico: la final debía jugarse en un punto intermedio entre Neuquén y Vicente López, pero falló el mapa de Ruta0 y se disputó en Mar del Plata. Ya en la LNB, uno de los partidos ante las múltiples campeonas de Beraza se jugó un domingo en el horario central de las 14…
Así y todo, el plan siguió su marcha y las Decanas fueron locales del Súper 4 en el Ruca Che. Ahí abundaron las pálidas. Primero, porque el estadio no está en condiciones. Segundo, porque el formato del torneo deja mucho que desear, con apenas tres partidos y un equipo, Montmartre de Catamarca, que viajó miles de kilómetros para jugar apenas 32 minutos. Y tercero, porque Pacifico quedó al margen de una final que se jugó a cancha vacía.
En ese tema radica una de las fallas de esta movida del club neuquino. Salvo en aquella instancia semifinal del Federal, cuando el equipo superó a Vélez en una cancha a explotar, nunca se dieron grandes marcos de público. Ese es un punto a mejorar para el futuro, pero a la vez es la señal que permite advertir cierta envidia en el ambiente.
En un estadio chico como el de Pacífico y con un básquet femenino que crece sin parar en la región, resulta muy extraño que los partidos no tengan un marco adecuado. Es sabido que en la dirigencia Decana hay diferencias, algunas perpetuas (fútbol vs. básquet), otras nuevas (dirigentes o hinchas que dejaron de pisar el club), pero también hay aroma a envidia en los otros clubes. En primera instancia, por los recursos que se supieron conseguir. Y en segunda, por ese atajo que encontró el Decano de reclutar a las mejores de la provincia y convertirse en potencia.
En un video de despedida publicado en sus redes, el club agradece a los auspiciantes y los primeros 3.95 son estatales: Ministerio de Deportes, Ministerio de las Mujeres y de la Diversidad, Legislatura del Neuquén y BPN. También hay siete privados, pero el resto de los clubes pone la lupa en el aporte de ese cuasi cuarteto, que obviamente genera un alivio económico. Está claro que los ingresos son superiores, pero más claro aún que ninguno de esos dirigentes (o hinchas) que mira de reojo resiste un archivo.
Con luces y sombras, Pacífico mantiene viva la llama de jugar en primera. Sin Gigantes del Sur, que pasó a retiro sin pena ni gloria, y a años luz en los principales torneos del país, las Decanas son de elite. La historia dirá si fue un proceso en el que se saltearon etapas o sirvió para aprovechar una camada de excelencia, que puede ser la base de una verdadera revolución con el básquet femenino de la zona.