Por Nicolás Tamborindegui
Allá por el 2006, Independiente de Neuquén se preparaba para su segunda temporada consecutiva en el Torneo Nacional de Ascenso. Tras una buena experiencia inicial, había renovado el plantel para tratar de pelear lo más arriba posible, y porqué no, quedarse con el boleto a la máxima categoría del básquet argentino, cosa que finalmente ocurrió.
El Boti Mauricio Satángelo seguía siendo el técnico y se conformó un equipo más que interesante de jugadores nacionales: Leonardo Labella y Esteban López eran los bases; Walter Cordero, Luciano Zupanovich y el juvenil Juan Levrino, los escoltas; Martín Melo y Martín Aguirrezabala, los aleros; y Enrique Marina, el misionero José Fabio y un joven Sebastián Chaine, los internos.
Para aspirar brillar en el ascenso es clave dar en la tecla con un buen extranjero. La dirigencia y el cuerpo técnico del Rojo apostaron por un estadounidense saltarín, con buenos antecedentes de anotador, rebotero y taponador que llegaba de México. Su nombre, Byron Johnson, un pivot o ala pivot de 2,04 de altura y por entonces a punto de cumplir 26 años (nació en Ardmore, Estados Unidos, el 21 de septiembre de 1980).
Llegó al aeropuerto Presidente Perón de Neuquén un día de semana a la mañana con una campera de los Portland Trail Blazers negra (lo recuerdo porque me tocó ir a cubrir su llegada para el diario La Mañana) y al poco tiempo ya estaba dándole una mano al equipo en la cancha. Por aquellos años, antes del arranque de la Liga Nacional y el TNA se jugaba un torneo de preparación con los equipos de ambas competiciones, denominado “Copa Argentina”. La primera instancia consistía en zonas de tres equipos y al conjunto neuquino le tocó con el vigente campeón de la A, Gimnasia de Comodoro, y con Deportivo Madryn.
Independiente cayó en esas primeras dos presentaciones pero Byron dejó buenas sensaciones: algunos puntos, tapas y mucha versatilidad para correr la cancha y finalizar las acciones. En su primer partido en Comodoro metió 14 puntos (fue derrota 100-77) y unos días después, en Madryn, hizo 16 (también derrota, 90-79)
Llegó entonces el momento de debutar como local, nada más ni nada menos que ante el campeón de la Liga, Gimnasia, en una Caldera completa después de mucho tiempo. Y Byron se estrenó a lo grande en el parqué neuquino, con una actuación que no se veía desde los tiempos de Melvin Johnson. El equipo de Santángelo jugó un gran partido y, de la mano de su refuerzo extranjero, la gran figura de la noche con 42 puntos, tumbó a los chubutenses por 87-82.
El partido no siempre fue favorable al dueño de casa. En el primer cuarto todo fue para el elenco visitante que, a fuerza de triples, perforó el aro que da a la calle José Rosa. 14 puntos anotó en esos primeros diez minutos Gabriel Cocha, con cuatro triples. El Rojo no defendió para nada bien en el perímetro y eso favoreció mucho el juego externo del campeón, que se llevaron ese primer tramo por 21-15.
En el segundo, el Rojo marcó en zona, así secó el goleo de Gimnasia y logró emparejar el juego. Del otro lado de la cancha apareció Byron en todo su esplendor y fue fundamental para la levantada, así como también la conducción de López y la buena tarea de Zupanovich. Al término de los primeros 20, el tanteador marcaba tablas: 37-37. De los 37 del local, 21 eran de Johnson, indefendible para todos los hombres altos de Gimnasia.
Independiente arrancó encendido el tercer período, siempre con un Byron muy desequilibrante. Sumó 12 en ese parcial para terminar ese cuarto con 33 en su cuenta personal. Cuando aún restaban tres minutos con 39” para el final, por primera vez en el partido el local pudo ponerse al frente en el marcador, pero el campeón, de la mano de Cocha y Pablo Moldú, logró revertir la situación y llegar a la chicharra arriba 61-57.
La gente estaba muy entusiasmada en el regreso del básquet grande a Neuquén y el último y definitivo cuarto no defraudó. Hubo mucha paridad, ambos equipos cambiaban punto por punto hasta que apareció Aguirrezabala para clavar un triple y poner al Rojo arriba 81-80. Después cuidó bien las ofensivas con Johnson como finalizador y logró quedarse con un triunfo muy esperado. El extranjero anotó la friolera de 42 puntos, casi la mitad de los de su equipo, en una presentación a toda orquesta ante el público neuquino.
“El Rojo dio el batacazo y bajó al campeón”, tituló al otro día el diario Río Negro”. “Acá no hay campeón que valga”, fue lo que puso el diario La Mañana de Neuquén. Ambos matutinos destacaban la enorme tarea de Johnson, que ya en su primer partido como local, tercero con la camiseta de Independiente, demostraba que tenía pasta de ídolo y que era un fiel heredero de los Jim Ratiff, los Melvin Johnson y tantos otros que dejaron si huella en la institución.
El extranjero tuvo una gran temporada coronada con el ascenso y después también la rompió en la A. En la temporada 2008-2009 pasó a Peñarol de Mar del Plata y jugó la final de la Liga, en un equipo en el que hacía dupla con David Jackson y era dirigido por el Oveja Sergio Hernández (perdió la serie decisiva frente a Atenas). Después pasó por muchos clubes de nuestro país como Lanús, Monte Hermoso y Huracán de Trelew, entre otros. Al día de hoy y con 40 años Byron Johnson sigue activo, ya que vistió la camiseta de Pérfora de Plaza Huincul en el último Federal. Es muy querido en la zona. Aquella noche, hace ya 14 años, fue su gran carta de presentación.