A 25 años de un histórico regreso olímpico y el Ruca Che como testigo

Vecchio y Milanesio, claves en la histórica clasificación a Atenas 96, lograda en Neuquén.

Por Nicolás Tamborindegui

Se sabe que Neuquén fue muy importante para la Generación Dorada con el título en el Premundial del 2001, pero también lo fue para los que estuvieron antes, aquellos que se terminaron de moldear en la Liga Nacional y sentaron las bases para el desembarco de los Manu Ginóbili, Luis Scola, Andrés Nocioni y compañía. En el año 1995, la selección Argentina de básquet lograba el subcampeonato en el flamante estadio Ruca Che y volvía después de 44 años a disputar unos Juegos Olímpicos, en un hecho histórico para el básquet nacional.

El certamen otorgaba tres plazas para Atlanta 1996, ese era el gran objetivo del equipo que comandaba Guillermo Edgardo Vecchio. Por primera vez en mucho tiempo Argentina partía como candidato por tres razones: localía, porque venía de ganar los Panamericanos en Mar del Plata, y porque no participaba del torneo Estados Unidos –era campeón mundial y local en los Juegos- “Mas cerca que nunca” titulaba su columna de opinión en el número 315 de la revista Solo Básquet el periodista Alejandro Pérez días antes del arranque del torneo en alusión a las chances del representativo nacional.

Lo que muy pocos recuerdan de ese torneo es que no comenzó en Neuquén. Llamativamente tuvo dos sedes, a mucha distancia una de la otra. Todo arrancó el Tucumán y luego si se trasladó a Neuquén para la parte decisiva, en un Ruca Che (“La casa de la gente”) que fue inaugurado para tal fin y que merece una mención aparte: por entonces, era un lujo, parecía de otro nivel, por la forma, la distribución de los espectadores, las pantallas, los cuatro tableros en las esquinas, la sala de prensa…era como entrar a otro mundo. Recuerdo que ingresar por primera vez fue una experiencia visual impresionante para la época. La inauguración del estadio, a toda pompa, se hizo el primer día de actividad antes del partido de Argentina, que iba en horario central.

Vecchio había optado por mantener la base del Mundial del 94 que se había jugado en Toronto, Canadá (noveno lugar) conformada por Marcelo Milanesio, Esteban De La Fuente, Diego Ossella, Juan Espil, Jorge Racca, Esteban Pérez, Rubén Wolkowyski, Daniel Farabello y Marcelo Nicola. A ellos les sumaron dos jóvenes prometedores como Ernesto Michel y Fabricio Oberto, y otro histórico que regresaba, Luis Villar, ex jugador de Independiente de Neuquén unos años antes. Jugó cinco partidos de preparación, todos dentro del país.

En principio, los equipos se dividían en dos grupos. En el A estaban Canadá, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Barbados y en el B Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y Bahamas. Los cuatro primeros avanzaban a la siguiente fase que se jugaba en Neuquén en busca del título y los pasajes a los Juegos Olímpicos.

Por la zona de Argentina, el rival mas complicado era Brasil, con el Manosanta Oscar Becerra Schmidt a la cabeza, algo veterano pero aun muy vigente, que buscaba sus últimos Juegos Olímpicos. Lo acompañaban algunos otros referentes de la vieja guardia como Maury, Pipoca e Israel, más algunos nuevos valores encabezados por el alero Rogerio. Venezuela no traía a su NBA Carl Herrera pero si a otros históricos como Gabriel Estaba, Iván Olivares y Sam Sheppard. Bahamas era una incógnita en tiempos sin internet pero sobresalían Locksley Collie (después jugaría en el Deportivo Roca) y Vicent Knowles. Uruguay era por entonces un muy buen equipo que basaba su juego en Luis Pierri, Oscar Moglia y Marcelo Capalbo mas la garra del resto.

En la otra zona, el candidato era Puerto Rico de la mano de una dupla interior intimidante: José Piculín Ortiz, quizás el mejor jugador en la historia de ese país, y Ramón Rivas, de dilatada trayectoria en Europa. A ellos se les sumaban viejos conocidos como el alero Jerome Mincy y Georgie Torres, un fantástico tirador. En Canadá sobresalían Kory Hallas, Greg Wiltjer, Dwight Walton y asomaba un joven base de nombre Steve Nash. Cuba tenía un plantel interesante con Lázaro Borrell, Leonardo Pérez, Ruperto Herrera y José Luis Díaz; en Dominicana se juntaban los veteranos José Grillo Vargas y Alfred Tito Hortford (padre de Al Hortford, jugador hoy de la NBA) con un joven que con su talento encandilaba por entonces a los Estados Unidos, Luis Felipe López (ya será motivo en breve de otra historia). Barbados era un misterio, su mejor jugador era un alero de nombre Andrew Alleyn

El debut fue el 14 de agosto de 95 con una clara victoria ante Venezuela por 83 a 66. Los cinco iniciales fueron Milanesio, Espil, Nicola, Ossella y Wolkowyski. El tirador bahiense fue el goleador con 27 tantos incluidos 6 triples. Nicola, que jugaba en España, aportó 14 y De la Fuente 10 desde el banco. En Venezuela, que seguía jugando con una generación que le había dado muchas satisfacciones pero que ya estaba veterana, los mejores fueron Walcott con 19 y Díaz con 18.

Ganchito de Luis Villar ante Brasil.

Al día siguiente, segundo partido y nuevo triunfo para la selección, aunque esta vez muy sufrido. Fue 79-75 frente a Uruguay, con el Gallo Pérez como figura saliendo desde el banco (13 puntos), 15 metió Espil y otros 13 De la Fuente, también entrando como suplente. Gustavo Szczigielski con 22 y Luis Pierri con 17 fueron los goleadores en el equipo celeste. En la tercera jornada Argentina no pasó mayores sobresaltos con Bahamas y ganó por 20: 86-66 con 20 de Espil, 12 de Osella y 10 de Nicola. Collie con 17 y Forbes con 15 fueron los mejores en el perdedor.

La primera derrota llegó en la cuarta jornada contra Brasil, lo que dejó algunas dudas de cara a la instancia decisiva en Neuquén. El conjunto dirigido por Ary Vidal ganó 83-78 con 27 puntos de Oscar (se tiró hasta las zapatillas, fiel a su costumbre: 5 de 15 en triples) y 23 del pivote Israel. Nicola con 26 y Espil con 17 fueron los mas destacados en el equipo de Vecchio. Maury (13 puntos) manejó los tiempos del partido a voluntad. Hasta ese momento MIlanesio no había tenido un buen torneo y su reemplazante, un joven Daniel Farabello, había visto muchos minutos de acción, más quizás de los que se esperaban antes del comienzo. “No estamos todos pensando en lo mismo”, decía el base cordobés en una entrevista publicada por Solo Básquet en su número 316, después del partido con Brasil en Tucumán.

La sorpresa del grupo de Argentina fue que Venezuela se quedó afuera de la instancia decisiva al perder con Bahamas 95-91. El resto previsible a excepción de una cosa: el triunfo 84-81 de Uruguay sobre Brasil con un gran Pierri (23 puntos). El mejor recital de Oscar se vio contra Venezuela, cuando metió 37 puntos. Por la otra zona, se cumplió la lógica y Barbados fue eliminado. Hubo dominio de Puerto Rico por sobre el resto, con Canadá un escalón por debajo y Cuba por encima de Dominicana de la mano de Borrell y a pesar del gran talento mostrado por López.

Desde ahí en adelante, en Neuquén se vivió una semana apasionante a puro básquet con los mejores equipos del continente a excepción de los Estados Unidos. Las delegaciones se hospedaron en el hotel Del Comahue y entrenaban en el gimnasio del Parque Central. Cada vez que lo hacía Argentina, eran muchos los chicos que se acercaban a pedir fotos y autógrafos a los jugadores (tengo unas en algún lado con Milanesio y Espil)

Nicola ataca el aro contra Canadá en un Ruca Che colmado. (Solo Básquet)

El debut en Neuquén ante un Ruca Che colmado fue el lunes 21 de agosto de 1995 con una trabajosa victoria ante los cubanos por 86 a 81. La Argentina alineó a Milanesio (8), Espil (23), De la Fuente (7), Osella (20) y Nicola (17), que pasó de alero a prácticamente jugar de pivote. Borrell con 25, Pérez con 19 y Abreu con 17 fueron los goleadores en el conjunto cubano. La selección no jugó bien esa noche y por poco no recibe un cachetazo inesperado. En cuanto a lo organizativo, La logística y lo extra deportivo en Tucumán no había sido de lo mejor. Esas críticas no se repitieron en Neuquén.

En la segunda fecha a la selección de Vecchio le tocó enfrentar a Dominicana y al Niño Terrible López, que se quedó solo en 10 puntos. Fue clara victoria local por 97-75 con 29 de Espil, 17 de De la Fuente, consolidado como titular en la ciudad que lo vio crecer basquetbolísticamente, y 15 de Nicola. A priori, el partido más difícil fue el de la tercera fecha ante Puerto Rico pero no fue así: Argentina jugó a gran nivel, dominó de principio a fin y venció a los boricuas por un apabullante 105-70. Espil jugó un partido impresionante con 30 puntos y 9 de 11 en triples, o sea, lo que tiró lo metió. Nicola sumó 21 más 10 rebotes y De la Fuente 13 y mucho sacrificio en defensa. Con el triunfo se abrochaba la clasificación a semifinales y solo quedaba jugar con Canadá al día siguiente, en lo que fue un nuevo triunfo (102-95) con 26 de Ossella y 22 de De la Fuente. Allen con 20 y Nash con 16 fueron los mas destacados en los norteamericanos.

A todo esto, en Neuquén se vivía una nueva revolución por el básquet: en las escuelas no se hablaba de otra cosa, ya que los chicos podían entrar a ver los partidos que se jugaban a primer turno, y además la puerta del hotel Del Comahue estaba siempre llena de jóvenes y adolescentes que esperaban ver a alguno de los jugadores del equipo que fuese para pedirles un autógrafo. Era una verdadera locura.

Además de Argentina, a las semis clasificaron Brasil, Puerto Rico y Canadá, o sea, sin sorpresas. De esos cuatro equipos, tres iban a los Juegos Olímpicos. Los brasileños, rivales de Argentina en semis, no la pasaron bien en el Ruca Che, ya que perdieron con Dominicana y con Canadá, pero igual alcanzaron a meterse entre los 4 primeros principalmente por la derrota de Uruguay frente a Cuba. Como suele pasar, Brasil era el equipo mas odiado de la gente, silbidos de principio a fin en los partidos, especialmente cuando la tocaba Oscar, su figura saliente.

Justamente Brasil era el escollo que se interponía entre la selección de Vecchio y la clasificación. Ganando, Argentina estaba adentro; si perdía, tenía una segunda chance en el partido por el tercer puesto. De movida fue un juego parejo en un estadio que explotaba, con la gente alentando sin parar. Argentina jugaba contra el rival y contra la presión de 44 años sin disputar un Juego Olímpico, pero por suerte pudo con todo, aunque al principio fue Brasil el que sacó diferencias de la mano de Maury, superior en el uno contra unno frente a Milanesio, y Oscar, que en un momento metió tres triples seguidos con toda la gente silbándolo.

En el segundo tiempo creció el trabajo de Osella y de Nicola, aparecieron los puntos de Espil y Esteban Pérez desde el banco aportó triples y muchísimas soluciones (fue la figura del partido). Así, Argentina tomó las riendas del partido y no las soltó más: a falta de 1:08 para el cierre, Nicola (Jugaba en el Tau de España) metió un triple clave para poner el tablero 79-72 y sentenciar las acciones. Argentina volvía a un Juego Olímpico. Ese fue quizás el logro mas importante desde el título del 50 y antes de la Generación Dorada con una salvedad: había logrado la clasificación para Moscú 80 pero el boicot a la Unión Soviética impidió la participación. En ese equipo brillaban Chocolate Raffaelli, el Tola Cadillac y el Gurí Perazzo.

Milanesio celebra la clasificación ante Brasil.

El tablero marcó el 87-82 final y todo fue una locura: los jugadores se abrazaban en la cancha, Vecchio gritaba, a Milanesio lo subieron en andas, se sacó la camiseta y la revoleaba como si estuviera en un paravalanchas. La gente festejaba como muy pocas veces se había visto. El apoyo de los neuquinos esa noche fue impresionante y el clima en la previa recordaba a las mejores noches de Independiente en la Liga no mucho tiempo antes. En la platea aplaudían el gobernador de Neuquén Jorge Sobisch y su par de Tucumán Ramón Palito Ortega, que había llegado a Neuquén para ver la fase final.

“El básquet argentino crece y lo seguirá haciendo aun más. Neuquén nos trató muy bien y el aliento de su público fue fundamental”, dijo Milanesio tras el partido, tal como lo reflejó la revista Solo Básquet en su número 317. “Es para el plantel que clasificó en 1.980 y no pudo ir a los juegos. Ellos sembraron un camino”, agregó el Mili Villar. Vecchio, mientras tanto, prometía que los mismos 12 que ganaron el pase iban a ser los jugarían en Atlanta (les aseguraba el lugar, una decisión que trajo polémica). Hay que insistir con esto: del 50 y hasta la Generación Dorada, no debe haber habido un momento mas glorioso para el básquet argentino que ese, con Neuquén como escenario.

Y aunque el objetivo principal estaba cumplido, faltó la frutilla del postre. La final ante Puerto Rico fue totalmente diferente al choque entre ambos se la segunda ronda y los caribeños se quedaron con el triunfo y el título por un punto en un final para el infarto: A poco más de 2 minutos del final ganaba 82-76, pero no supo cerrarlo y terminó perdiendo 87-86. Con 40 segundos por jugar e iguales en 85, De la Fuente metió uno de dos libres. En la jugada siguiente, defendió mal un pick and roll Argentina y Piculín metió solo debajo del cesto el doble del triunfo. MIlanesio con 20, Nicola con 15 y Ossella con 12 fueron los más sólidos en el equipo local, mientras que en el campeón se destacaron Jerome Mincy con 30, Ortíz con 18 y Georgie Torres con 13 (esos últimos minutos del partido se pueden ver, con relato boricua, acá: https://www.youtube.com/watch?v=3yl_fc5-J_I)

La gente, que nuevamente había alentado a la selección de una manera espectacular, aplaudió de pie a Puerto Rico y también le brindó una enorme ovación en el partido por el tercer puesto al brasileño Oscar, que, emocionado, levantó los brazos y agradeció el gesto. El enorme jugador y su selección lograron la tercera plaza en juego para Atlanta, al vencer a Canadá por un cómodo 97-77, con 27 puntos suyos, tirando 7 de 18 en triples.

Medalla al cuello, Piculín Ortiz es entrevistado tras la final.

Mas allá de lo histórico de la clasificación, fue un torneo que nos permitió a los amantes del básquet en la provincia ver a una de las mejores selecciones Argentinas de los 90, a uno de los juegos internos más grandes de todos los tiempos del mundo FIBA, los puertorriqueños Mincy Ortiz y Ramón Rivas, a uno de los goleadores mundiales más grandes de todos los tiempos como el brasileño Oscar y a varias de las hoy leyendas del continente: Steve Nash, Israel, Pipoca, Luis Felipe López, los uruguayos Capalbo y Pierri y el cubano Borrell entre otros.

Un torneo que significó además, el estreno del Ruca Che. Así hablaba por entonces del estadio y de la organización la revista Solo Básquet, en el mencionado número 317: “Después de la muy mala experiencia vivida en Tucumán, llegar a Neuquén resultó un aliciente para olvidar lo anterior. Desde la misma ceremonia inaugural, Neuquén marcó diferencias. La segunda parte de la fiesta fue espectacular, con un despliegue tecnológico de primer nivel que dejó al público y a la prensa con la boca abierta. El estadio Ruca Che reunió las condiciones necesarias para albergar el torneo. No es un lujo, no es enorme, pero resulta confortable y coqueto. Su principal problema es la ubicación, ya que se encuentra a 10 kilómetros de la ciudad y en medio de uno de los barrios más pobres de Neuquén”.

La columna, firmada por los enviados Fabián García y Alejandro Pérez, analiza también lo que era por entonces, hace 25 años, la ciudad de Neuquén: “El mayor problema que tuvo Neuquén fue de infraestructura. Lamentablemente, la ciudad no está preparada para recibir a tanta gente. La hotelería solo cuenta con un establecimiento acorde a un torneo internacional, el Hotel del Comahue, y lógicamente estuvo ocupado por las delegaciones y autoridades, el resto debió repartirse en hospedajes muy pobres que dejaron una mala imagen. De todos modos, la eficiencia en todos los demás sectores hizo que esto quede en un segundo plano”. Así nos veían desde afuera en 1995. “Realmente resultó enorgullecedor escuchar elogios por parte de extranjeros a una organización argentina. Desde el mundial de 1.990 hasta aquí, cada torneo en el país trajo aparejadas críticas absolutamente fundadas sobre cuestiones organizativas. Para la perfección falta mucho, pero Neuquén dio un buen primer paso”, cierra ese mismo artículo de opinión.

Puerto Rico posa ante un Ruca Che colmado.

Así se recuerda a ese Preolímpico del 95, que además de otorgar una gran satisfacción en lo deportivo, volvió a meter a Neuquén en el mapa nacional del básquet tras el descenso de Independiente en el año 93, algo que sería muy importante de cara a lo que vendría 6 años después, con el desembarco en el mismo escenario del Premundial del 2001 y el surgimiento nada más ni nada menos que de la Generación Dorada del básquet argentino.

Marcelo Milanesio, el más querido por la gente.
Osella firma autógrafos antes de un entrenamiento.
Nicola llega al gimnasio del Parque Central.

 

 

 

 

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