Por Carolina Magnalardo
“Juego desde que tengo memoria y en mi casa no fue difícil decirlo porque mi mamá me inculcó siempre este deporte. Cuando tenía 24 años se fue a probar a River y quedó seleccionada pero por cuestiones económicas no logró quedarse allá”, cuenta Karen Bosque, la capitana del club San Francisco de Junín de los Andes, quien sí pasó malos momentos de niña cuando quiso jugar con varones porque no había equipos femeninos.
“De chica tuve muchos problemas porque jugué en un club que era muy machista y en una oportunidad los padres se reunieron para sacarme del equipo. Yo tenía ocho años. Mi mamá me dijo que no podía jugar y lloré todo un mes pero seguí haciéndolo en mi casa y en la escuela que fue donde me vio mi entrenador. Fue difícil, yo no entendía por qué me hacían eso. Practicaba con mis vecinos y con mis hermanas, en ellos me fui apoyando, y a los 14 finalmente pude jugar un torneo femenino”, recuerda la talentosa enganche de 22 años quien reconoce que a veces en la cancha “termino tirándome de nueve y desde el banco me pegan el grito para que vuelva a la posición”.
Antes de conformar el equipo de San Francisco en 2014, Karen jugaba en el club Salesiano: “Algunas compañeras no podían pagar la cuota y decidimos irnos porque si no pagabas te cancelaban los entrenamientos. Entonces para que no abandonen y sigan jugando sin que lo económico sea un impedimento decidimos formar San Francisco con Pepe Mendaña y algunas compañeras de trabajo. Somos parte de la comisión del club y hace poco obtuvimos la personería jurídica”.
Entrenan dos veces por semana durante una hora y media y en verano hace la pretemporada con tres turnos semanales, aunque actualmente se encuentran cumpliendo la cuarentena por el coronavirus. “Nos juntamos en un predio prestado porque no tenemos un espacio físico; es de tierra y eso nos provoca lesiones por las piedras y los pozos que hay. Acá es habitual el viento y hay tardes en las que no podés entrenar porque a esas condiciones del terreno se le suma que se te mete la tierra en los ojos. Ahí también entrenan las nenas de la séptima y muchas veces le tenemos que cancelar por estas mismas cuestiones”.
Entre sus logros se destacan el título obtenido en el primer torneo provincial sub 19 de fútbol de salón disputado en Loncopué en 2016 y el Torneo Apertura 2018 de su ciudad superando en la final al Club Mariano. Además, a los 19 años esta estudiante de primer año del profesorado de Química se convirtió en la primera mujer en jugar el campeonato con varones en el Torneo Pehuén y desde hace un tiempo se desempeña como jueza de línea en torneos masculinos y femeninos.
Comparte el plantel con sus hermanas Geraldine e Ingrid y juntas entrenan a las niñas de la séptima categoría del club. “Nos llevamos muy bien, así que la convivencia adentro y afuera de la cancha no es difícil. A nuestras jugadoras les digo que pueden ser profesionales y ellas me miran casi sin poder creerlo; para ellas es ir a jugar y divertirse y listo pero yo trato de enseñarles la disciplina, aunque no soy profe. El año pasado las llevamos a Zapala a conocer a la Selección Argentina antes de que viajara al Mundial y pudimos ver que ese entrenamiento profesional no está tan alejado de lo que nosotros hacemos acá”.
Por otra parte, Karen le contó a Aguante Neuquén como ve a su ciudad respecto del desarrollo deportivo. “Junín es un pueblo, nos conocemos todos, hay poco para hacer y de lo que poco que hay lo mejor es el deporte y por eso es una localidad muy deportista. El problema es que no hay espacios para practicarlo. Los municipios deberían darle mayor importancia al desarrollo de los deportes que contienen a personas de todas las edades”.
“En Junín hay muchísimo talento y quizás lo que falta es la disciplina porque al no ser un trabajo, al no vivir de jugar al fútbol, terminás dándole más importancia al estudio, lo cual es lógico. Es como que nadie tiene esa visión de ‘yo quiero vivir del fútbol’ y tampoco hay oportunidades para eso. Si querés irte a probar a Buenos Aires es algo inalcanzable acá porque sí o sí te lo tienen que pagar tus papás. Yo sueño con ser jugadora profesional y para mí la disciplina no es un esfuerzo, yo entreno con ganas”, asegura.
En la Liga de Junín de los Andes hay diez equipos de esa ciudad, dos de San Martín de los Andes y uno de Las Coloradas. “Siempre nos ocurre que nos mandan a jugar a la cancha de tierra y en los peores horarios, por ejemplo un domingo a las nueve de la mañana, y eso complica para te vayan a ver”, advierte.
Militante feminista, Karen dice que hay que ir contra los estereotipos y apoyar siempre a la mujer. “El feminismo fortalece, te da voz, te da una identidad, te empodera y te sentís respaldada. En Junín el setenta por ciento de la gente es joven y las nuevas generaciones son en su mayoría feministas. También hay mucha gente grande que no entiende que las mujeres también jugamos al fútbol pero es porque fueron criados de otra manera”.
Por último, le dejó un mensaje a las mujeres que no se animan a jugar o que encuentran obstáculos en la práctica de este deporte: “Yo sé que es difícil a veces, pero no dejen de jugar. A mi mamá mi abuela le decía que era una marimacho, una machona, por jugar al fútbol y ella igual siempre hizo lo que le gustaba. Que los estereotipos no sean un impedimento y menos ahora que es posible llegar a ser profesional”.