Por Cristian Helou
Va a ser raro mirar al fondo y no ver a Miguel. Las canchas de cemento del Tenis Club Neuquén tienen millones de sus pisadas que ya son eternas. Esa maldita enfermedad que no vale la pena nombrar se llevó a Miguel Atie y con él se va un pedazo grande del tenis regional. Calentón y pedagógico en partes igual, fue una referencia y sólo basta con repasar los posteos de sus jugadoras y jugadores para darse confirmar que fue un maestro.
Raqueta en mano o con el mate cuando se tomaba un respiro, dio indicaciones, corrigió errores, pulió tenistas y jamás paró. “Hace 48 años que soy profe y es la primera vez que nos pasa esto, pero no pienso parar”, afirmó en abril pasado, listo para rearmar la temporada pos pandemia.
Incondicional con su grupo de trabajo y los deportistas, pero siempre con una mirada de reojo a la dirigencia (nacional, local y la que sea), Miguel impuso un estilo. Y muchos de sus jugadores brillaron. Valentino De Pellegrin, Sofi Madrid y Caro Coletti fueron sus últimas joyas, y estaba en pleno proceso con Isabel Arabarco, a quien ayudó con los entrenamientos en una cochera durante la peor época de la pandemia.
El fondo del TCN ya no será el mismo. Se van a extrañar sus enojos, sus recomendaciones, sus apuestas y también sus tips de comida árabe, otro rubro en el que la tenía clara. Adiós Miguel, adiós maestro.