Por Cristian Helou
Hace exactamente 20 años, Neuquén respiraba básquet con la presencia de la selección Argentina, que entrenó en la capital antes de cruzar la cordillera y ganar el Sudamericano después de 14 años, en Valdivia. De vuelta, encaró la recta final para el Torneo de las Américas que se disputó en el estadio Ruca Che, Rubén Magnano sumó a los estelares Sconochini, Ginóbili, Oberto, Pepe Sánchez y le guardo un lugar a un basquetbolista que ya era fenomenal: Luis Scola.
Luifa llegó a Neuquén el mismo día que comenzó el torneo (16 de agosto de 2001) porque el 12 jugó el último partido de Argentina en el Mundial Sub 21. La dejó en el podio luego de una gran victoria ante Dominicana (87-82) en el duelo por el tercer puesto y de una tremenda semifinal ante el campeón Estados Unidos (90-95). Ese Mundial fue en Japón y las vueltas de una carrera extraordinaria lo llevaron a decir adiós en la misma tierra.
Desde esa despedida con la Sub 21 y el inolvidable título en Neuquén hasta este 3 de agosto de 2021, Scola dejó la piel por la selección. Estuvo siempre. Y por eso le llueven elogios, hacen cola para escribir el mejor tuit, pasan las horas pero Manu Ginóbili dice: “Sigo un poco tocado”. Y Sergio Hernández no duda en afirmar que “Luis fue el mejor y más increíble jugador que haya nacido en nuestro territorio”.
Japón marcó el final de su gran etapa como juvenil, en el Ruca Che dio sus primeras muestras de calidad y no tardó nada para transformarse en líder. En Tokio llego el final: “Le agradezco a la camiseta. Me voy en paz”. Luifa, el último en llegar a Neuquén hace 20 años, fue también el protagonista de las últimas gotas de sudor de una Generación, la Dorada. Y es leyenda.