Por Nicolás Tamborindegui
Empujado por el éxito del Preolímpico, más la construcción del Ruca Che, por entonces el segundo estadio más moderno del país (tras el Polideportivo de Mar del Plata), y con el título de campeón argentino de Neuquén aun fresco, Independiente volvió a fines de ese año a hacer básquet grande tras varias temporadas jugando Liga B. Fue con buen suceso y utilizando una base de jugadores locales.
Apareció el entusiasmo de las autoridades provinciales y también el dinero, y el Rojo le compró la plaza al Sportivo Pilar para disputar la temporada 95-96 del Torneo Nacional de Ascenso (TNA), por entonces segunda categoría del básquet argentino. Esto se daba solo dos años después del descenso ante Independiente de General Pico.
El conjunto neuquino tenía como objetivo llegar nuevamente a la A, y por eso armó un plantel competitivo con nombres más que interesantes. El extranjero, por ejemplo, era Donald Chester Jones, histórico americano de Atenas de Córdoba, con muchos títulos y experiencia en el baloncesto argentino. Llegó como la gran figura para esa temporada. El entrenador era Guillermo Narvarte, quien venía trabajando en el club desde hace varios años y además había sido el DT de la selección neuquina en ese famoso Campeonato Argentino disputado en el Cenard de la Capital Federal.
La base de jugadores nacionales también era muy interesante, con mayoría de integrantes de esa histórica selección provincial. El héroe de Buenos Aires, Leonardo Sandón, era el encargado de la conducción, con el Came Julio Mariluán como relevo. Otros tres hombres de la casa, el Negro Sebastián Godoy, Fabio Martín y Bruno Gelsi, aportaban puntos y entrega desde el perímetro, acompañados por el alero Juan Domínguez, uno de los que llegó de afuera. Para el juego interno, además de Jones, arribó un muy buen jugador como el alapivot Pablo Maglia y un juvenil de nombre Germán González. Completaban ese plantel los canteranos Gabriel Del Elegido, Ignacio Ochoa, Mario Sepúlveda y Diego De Souza.
El debut fue muy auspicioso: triunfo en un Ruca Che con mucha gente ante Ateneo Popular de Versailles, por 81-69. Aun así, la primera fase del equipo, que integraba la zona Sur, fue algo irregular, ya que ganó siete partidos y perdió la misma cantidad, uno de ellos por ejemplo en suplementario ante Gimnasia y Esgrima de La Plata. Desde la quinta fecha el equipo dejó de jugar como local en el Ruca Che y se mudó a la vieja y querida Caldera de calle José Rosa casi Perito Moreno (aún no estaba abierta).
El Rojo logró meterse entre los cuatro mejores y clasificar para el TNA 1 de cara a la segunda fase. Lo hizo en cuarto lugar por detrás de Obras Sanitarias, Estudiantes de Olavarría y Gimnasia. En esa segunda rueda debutó con derrota ante Echagüe de Paraná (72-83 de local) y el saldo fue negativo, ya que terminó con registro de 6-8. Tan irregular era el andar del conjunto neuquino que en la sexta fecha debutó como técnico Daniel Quartarolo, reemplazando a Narvarte, quien hasta ese momento llevaba un récord de 1-4. Además, buscando otro golpe de efecto, los dirigentes decidieron que la localía vuelva al Ruca Che, en una decisión acertada, ya que no solo mejoró considerablemente la convocatoria de público (en el regreso ante Mendoza de Regatas se hicieron presentes 2.500 personas) sino que además se hizo fuerte en ese estadio (no perdió hasta su eliminación).
Con Quartarolo también hubo cambios en el cinco inicial, que era Sandón, Godoy, Domínguez, Maglia y Jones. El nuevo técnico mandó a la cancha a Martín en la posición de 3 y a Gelsi en la de 2 y tanto Godoy como Domínguez comenzaron a saltar a la cancha desde el banco. Los problemas de índole económico también aparecieron. Jones, por ejemplo, se negó a viajar a La Plata en la penúltima fecha acusando una molestia física, pero luego se supo que era una cuestión de dinero. El equipo terminó en la sexta colocación y pasó a jugar playoff con el tercero del TNA 2, que era Ciclista de Junín. El conjunto juninsense contaba con una base compuesta por Tommy Anderson, Alejandro Ledesma, César Pastorino, Guillermo De Lisi, Mario Caporaletti y Mariano Puertas, dirigidos por César Merlo.
En esos octavos de final se vio quizás el mejor juego de Independiente en la temporada. Con ventaja de localía por ser del TNA 1, barrió la serie 3-0. Ganó 88-83 en el Ruca Che el primer partido con 31 puntos y un juego notable de Sandón, el segundo 108-100 en suplementario tras igualar en 88 (22 de Gelsi y 19 de Maglia) y liquidó de visitante con un triunfo 95-90 para avanzar a los cuartos donde esperaba Ben Hur de Rafaela, ya sin ventaja de localía. Martín, con 25 puntos, y Sandón, con 23, fueron los mejores en ese tercer cotejo.
El Rojo perdió los dos primeros juegos en Rafaela, aunque estuvo muy cerca en el primero, que se definió en suplementario por 93-90 tras igualar en 80. El segundo fue 96-88 también para el dueño de casa. Ya en el Ruca Che el conjunto de Quartarolo niveló la serie con dos victorias ajustadas en partidos de goleo bajo: 73-71 (Maglia 20 puntos, Sandón 18) y 78-71 (Martín 19, Sandón y Jones 18). Viajó con todas las esperanzas a la provincia de Santa Fe para dar el golpe, aunque no pudo, ya que cayó sin atenuantes 86-67. El extranjero West fue el goleador con 26 puntos, mientras que Martín fue el mejor del quinteto neuquino con 21 unidades.
Ese equipo de Ben Hur contaba con jugadores como Flavio Bianchini, Waldemar Cardona, Gerardo Corrotto, Javier Gare
llo –padre de Valentín, hoy en Petrolero- y el americano Frederick West. Desde el banco ingresaban Pablo Nocioni (hermano del Chapu) y Luis Gianotti. El técnico era Oscar Zanussi. La clave de esa serie pasó por la defensa de Garello sobre Jones y por los puntos que aportó West, aunque el resto se destapó en partidos clave. Cardona metió 25 puntos en el primero y Bianchini la misma cantidad en el segundo, en el que Corrotto además sumó 19.
Finalmente, Independiente cerró la temporada en el quinto lugar, una posición más que aceptable, aunque en el juego fue muy irregular durante todo el torneo. El equipo creció desde la llegada de Quartarolo, especialmente en la parte final, con grandes progresos de Gelsi y Fabio, aunque con bajones de Godoy y Domínguez, que jugaron poco con el nuevo DT. Las figuras fueron Maglia y Jones, el primero con 13,9 puntos de promedio, y el extranjero con 18,2 (goleador del equipo). Maglia fue además el máximo rebotero del plantel
Con Sandón como estandarte, independiente se sintió más cómodo jugando a correr la cancha y apostando el tiro externo de sus perimetrales, sobre todo en la segunda parte en la que Jones no estuvo tan activo. Al estadounidense le costó mucho la defensa de otros americanos más fuertes e intensos como Dennis Still o Roland Houston, por ejemplo. El Ruca Che también le sentó bien. Allí la concurrencia mínima fue de 1.500 personas, mientras que en La Caldera hubo partidos de solo 300 personas.
Una de las figuras de ese plantel, Gelsi, recuerda aquella temporada: “Ese equipo fue la base del equipo que ganó el Argentino, Fabio, el Negro, Came, estaba yo, también Leo Sandón y se había reforzado muy bien con Pablo Maglia y Donald Jones que venía de ganar varios ascensos. Arrancamos con Narvarte pero no anduvimos bien al principio y después de la mitad de la temporada vino Daniel Quartarolo”.
Bruno recuerda que “era un TNA de un nivel increíble. Nosotros perdemos en cuartos con Ben Hur. Estaba Obras y Estudiantes de Olavarría también que tenían un equipazo”. En Olavarría jugaban por ejemplo Diego Maggi y Roland Houston, y en Obras, Javier Maretto, los hermanos Massieri y un neuquino, Andrés García, también campeón argentino en Buenos Aires.
Sobre los problemas económicos, un clásico, Gelsi recuerda que “tuvimos un año terrible. No cobramos prácticamente nunca”. Y del juego, recordó que “el equipo fue bastante irregular durante todo el año. Podíamos ganarle a Estudiantes, que era el súper candidato, pero también perder con un equipo de los de abajo”.
Y así terminó la temporada de regreso al básquet grande de Independiente de Neuquén, con un balance dentro de todo positivo en lo deportivo, aunque nuevamente con problemas económicos, algo que se vería bastante en la temporada siguiente, la 96/97. Lo más importante por entonces era que el Rojo daba muestras de que podía volver a ser protagonista con mayoría de jugadores locales.