Por Nicolás Tamborindegui
Luego del tercer puesto en la liga corta del 90, tras el Mundial de básquet que ese año se disputó en nuestro país, Independiente se animó y fue por más y se generó una expectativa muy grande para la temporada 90/91. Jugar la final y, porque no apuntar al título, eran los objetivos de los dirigentes y el cuerpo técnico.
Eduardo Armer seguía siendo el técnico del equipo, acompañado por Daniel Aráoz como asistente principal. Continuaban los dos mundialistas, Marcelo Richotti y Esteban De la Fuente, y también renovó Mariano Aguilar. Para suplir el habitual déficit de altura de las dos ligas anteriores, llegaron Luis Villar (2,04, jugador de selección) y el lungo Luis González (2,08). Los extranjeros arrancaron siendo el pivot ex Pacífico de Bahía Blanca, Christopher Jones, y el escolta Monroe Douglas, pero otra vez hubo diversos problemas para dar con la dupla adecuada y sobre el final terminaron jugando Rodney Jones (2,03) y Zachary Cooper (2,02).
En esa temporada hubo una polémica con las fichas mayores nacionales, ya que eran solo cinco más los dos extranjeros. Finalmente, con la competición ya avanzada, se aprobó una sexta ficha mayor nacional e Independiente incorporó a Lucho Heredia, ya que hasta ese momento había jugado sin un base suplente para Marcelo Richotti, lo que le generó algunos inconvenientes en cuanto al juego y a los resultados.
A pesar de las altas expectativas, el equipo durante esa liga fue bastante irregular, alternando grandes partidos con derrotas inesperadas, por lo que no podía ingresar al grupo de los cuatro o cinco primeros equipos del torneo. Sin lugar a dudas que el tema de los extranjeros afectó a la consolidación, como así también algunas lesiones, pero en general no había una sensación de solidez como la de la temporada anterior.
Así fue que Independiente finalizó la serie regular en el sexto lugar y se vio jugando los cuartos de final ante Estudiantes de Bahía Blanca, que era el tercero. El Albo contaba con un gran equipo. La figura era Hernán Montenegro en el año de su regreso a la Argentina, el escolta era Juan Espil, el alero Javier Maretto y completaban el cinco inicial los extranjeros Dwayne Bryant (base) y Darrel Pickney (pivot). Néstor Ché García era el DT.
Armer planteó muy bien los dos juegos en Bahía Blanca, y por poco Independiente no se trajo alguno del Osvaldo Casanova, pero llegó a Neuquén con la mochila de la serie 2-0 abajo. El primero fue 88-83, después de igualar en 46 al entretiempo. Hasta ese partido, Estudiantes nunca le había ganado a Independiente en su cancha en la Liga Nacional. Montenegro fue la figura con 20 puntos y 11 rebotes. Bryant metió 22 y el Oso Pickney 17. En el Rojo se destacaron Jones con 26 tantos y Esteban De la Fuente con 19.
El segundo juego fue un partidazo, y aún más ajustado que el primero. Lo terminó ganando Estudiantes por 105-103 después de una dudosa falta intencional que le cobraron en el final a Cooper. Montenegro con 28, Pickney con 27 y Maretto con 24 fueron los mejores en el local, mientras que otra vez Jones y De la Fuente fueron los goleadores de Independiente con 25 puntos cada uno. Richotti, de flojo primer partido, esta vez mejoró y sumó 22.
En Neuquén, el Rojo tenía la obligación de ganar los dos partidos para forzar un quinto y decisivo cotejo nuevamente en Bahía Blanca. Las ilusiones se hicieron presentes en La Caldera tras un primer juego arrollador, que terminó con victoria local por 20 puntos: 113 a 93, con un básquet de alto vuelo comandado por De la Fuente (35 puntos), Jones (26) y Richotti (20). Montenegro con 30 y Espil con 23 fueron los más destacados en los bahienses.
Muy autocrítico se lo escuchó al Loco Montenegro por los micrófonos de LU5 tras esa derrota: “Ahora sé por qué nos dicen gallinas. Lo tenemos bien ganado. Yo, mis compañeros. Todos somos gallinas”. Así de enojado estaba el interno tras la abultada derrota de su equipo. “Independiente fue Los Ángeles Lakers en el tercer partido”, dijo el Che García. Todo esto lo publicó la revista Solo Básquet en su número 93.
Y el cuarto juego tuvo de todo, especialmente una gran polémica sobre el final: A falta de 1 minuto y 9 segundos, Estudiantes ganaba 93-92 y en ese momento deja la cancha por cinco faltas Montenegro, la figura de la noche, quedando sobre el parqué la formación: Bryant, Gil, Torre, Beltramella y Segal para la visita, contra Richotti, Aguilar, De la Fuente, Villar y González para el dueño de casa. Clara ventaja de altura y experiencia para el Rojo. Pero Aguilar erró un tiro libre (existía por entonces la regla de 1 más 1) y en el ataque siguiente Bryant se la jugó por un tiro lejano y acertó. El árbitro dio triple, pero el tablero, en lugar de subir a 96, marcó 95, todo esto con 7” por jugar. Después, De la Fuente metió un triple sobre la chicharra y ahí empezó la discusión, porque el tablero marcaba 95 iguales.
Independiente festejaba que había suplementario y Estudiantes celebraba que había ganado y clasificado a semifinales, ya que el árbitro había marcado como triple el lanzamiento de Bryant, que para los jugadores y el público local había pisado la línea. Tras algunos minutos fueron a ver la planilla y notaron que allí figuraba el tiro como triple y por ende era triunfo 96-95 para los bahienses.
Los árbitros, muy insultados, se fueron al vestuario y la gente comenzó a retirarse de la cancha. Sin embargo, la discusión siguió, a tal punto que desde el entorno Rojo insistían con que se mirara el video del partido para ver si Bryant había pisado o no la línea. Las personas que estaban escuchando la radio adentro del auto (transmitían LU5 y LU19), tras retirarse de La Caldera, escucharon que, por ejemplo, Montenegro declaraba que había festejado el doble de su compañero, no el triple, y hasta se decía que se jugaba el suplementario. Por eso, muchos decidieron volver a ver qué pasaba y reingresaron a la cancha, mientras en la mesa de control seguían las discusiones y eran cada vez más acaloradas.
Desde el vestuario, los árbitros (Jorge Rubinztein y Darío Rodríguez) indicaron que el reglamento vigente por entonces no daba pie para ver el video y le dieron la derecha a la planilla oficial: triple de Bryant, 96-95, triunfo y clasificación de Estudiantes a las semifinales. Final de la temporada para Independiente de Neuquén.
Tanta era la bronca y con tanta pasión se vivía el básquet en Neuquén en esos tiempos de principios de los 90 que la cosa no terminó ahí. Horas después del partido, llamaron por teléfono al hotel Apolo y amenazaron al árbitro Rubinztein por haber convalidado como triple ese lanzamiento, y también una persona se hizo presente en ese mismo hotel con intenciones de “saludar al árbitro porque era su amigo”. Por suerte la historia no pasó a mayores. Un papelón.
La polémica por el lanzamiento del base extranjero de Estudiantes siguió no sólo en Neuquén sino a nivel nacional en los medios especializados. Una columna en la revista Solo Básquet número 93 del 16 de abril de 1991 titulada “Errores corregibles”, decía lo siguiente: “En las Reglas Oficiales de Básquetbol, cuadernillo editado este año por la Asociación Argentina de Árbitros, que se vende a un valor de 50.000 australes, se aclara la validez del triple de Dwayne Bryant. Los de Independiente argumentan que el estadounidense pisó la línea de 6,25, al tiempo que el árbitro Darío Rodríguez señalizó a la mesa de control tres puntos como corresponde, con ambos brazos extendidos hacia arriba. El reglamento, en el artículo 68 sobre errores corregibles dice: “los árbitros pueden corregir errores a la aplicación de las reglas si hubiese pasado inadvertido y se hará solo en las siguientes situaciones (…) en el inciso “e”: otorgar o cancelar erróneamente un punto”. Es justamente este caso. Y expresa que: “para corregir los errores referidos deben ser descubiertos por uno de los árbitros antes que la pelota esté viva seguida a la primer pelota muerta después que el cronómetro haya comenzado a funcionar luego del error”. El error no fue descubierto, el juego siguió hasta que De la Fuente señaló otro triple a 3 segundos del final. Tras eso -tal vez cuando se dieron cuenta los hombres de Independiente- llegó el reclamo. Ya era tarde”.
Y así se dio nomás la eliminación de Independiente en esa noche polémica de abril del 91 en La Caldera, con la gente regresando a la cancha ante la esperanza de un suplementario que finalmente no se jugó. Quedó la sensación de que efectivamente Bryant había pisado la línea, pero el reglamento avalaba la decisión de los árbitros de no dar marcha atrás, por eso la bronca con los colegiados tras el partido. Ese fue, por ejemplo, el último partido de Armer como técnico de Independiente y también la despedida de Marcelo Richotti con la camiseta del Rojo. De la Fuente también se iría pero volvería varios años después. Una noche que quedó en la memoria de los basquetboleros neuquinos
LAS CUATRO SÍNTESIS