“Ruca Che, guau. Que palabra importante en mi libro privado. Ahí empezó todo. Más allá de que la Generación Dorada se conocía desde antes, el movimiento ganador empezó ahí”. Desde Italia, donde reside hace más de 30 años, Hugo Sconocchini escuchó la palabra Neuquén y automáticamente la relacionó con el estadio donde el básquet argentino dio un paso clave. El Premundial del 2001 sirvió para la explosión de un equipo que, para muchos, es el mejor de la historia del deporte nacional.
En un cruce de audios con Se respira básquet (750 Neuquén), el gran capitán y dueño de la 10, habló de ese inolvidable año. “Recuerdo que fuimos a entrenar una semana antes a Neuquén. Que el gimnasio estaba impecable y había pocas casas alrededor, muchas en construcción. La gente nos seguía mucho y el Ruca Che estaba muy lindo, siempre. Tengo muy lindos recuerdos de ese período. Me encantó la atmósfera que se vivió ahí”, afirmó.
Hugo comentó que la cercanía con los integrantes de la Generación Dorada permanece intacta: “Estamos en contacto, tenemos un grupo de chat, hablamos seguido, especialmente para los cumpleaños y si alguno tiene alguna duda la vomita ahí adentro”, graficó.
“Los chicos se juntaron el año pasado y no todos pudimos ir, pero los que fueron la pasaron muy lindo. Siempre está bueno recordar cositas que tenés guardadas en el cerebro. Realmente son excelentes personas”.
Retirado hace una década, el santafesino de 49 años (10 de abril de 1971, Cañada de Gómez), sigue ligado a la actividad. “Hoy mi mundo quedó cerca del básquet porque hago comentarios en Eurosport, comento Liga, campeonato italiano, EuroCup… No lo entreno, no lo juego, pero es un lugar interesante el que ocupo en la televisión”.
Lejos de abandonar los entrenamientos y la actividad física, Hugo se mantuvo activo y encontró una nueva pasión: “Descubrí un deporte como el padel, que me encantó. Lo empecé a practicar muy tarde y creo que necesitaba más tiempo para jugarlo bien. La gente cree que es un jueguito, pero es un deporte con la D mayúscula. Es muy táctico, muy inteligente. Lo estudié, lo juego, lo enseño y me encanta. Ustedes tienen un baluarte, que es Tito Allemandi, un caudillo. Verlo jugar es muy lindo”.
En 1990, Hugo dejó sus pagos, se incorporó al Reggio Calabria y durante 20 años dejó la piel en las ligas europeas (también jugó en España y Grecia). Sin embargo, el terruño está siempre en su cabeza. “Cómo poder olvidarme de Cañada, un lugar con raíces muy grandes y potentes. Es una pequeña ciudad que para mí parece una metrópolis, para mí es Nueva York. Vuelvo seguido, cuando puedo y me encanta ver a mi familia, a mis amigos ya grandes. Pasamos lindos que hoy desaparecieron, como alguna canchita de básquet o de vóley, pero volver y recordarlas es emocionante”, cerró.
